Lo primero que debemos considerar es que el cerebro construye su estructura, sus conexiones y funciones gracias a la interacción con el medio y a la plasticidad neuronal. Gracias a la activación de los sistemas sensorial y motriz, el cerebro pone en marcha el proceso de mielinización de las vías de conexión interneuronal.
Por lo tanto, cuando se prescribe un tratamiento de neuroestimulación estamos trabajando con el Cerebro a través del cuerpo. No son simples movimientos sin más, sino movimientos muy concretos y complejos, fruto de una amplia investigación, que se dirigen a estimular funciones y conexiones también muy concretas, cuya eficacia ha sido ampliamente probada, sobre todo, cuando se tienen en cuenta los siguientes puntos:
- Los ejercicios son como los medicamentos, hay que aplicarlos con la máxima regularidad posible siguiendo fielmente las indicaciones de la prescripción que hemos hecho.
- Hay que aplicarlos siguiendo el gradiente de complejidad prescrito.
o Aprender a hacerlos bien.
o Practicarlos siguiendo ritmos.
o Ejercitar y desarrollar la fase de automatización.
- Los ejercicios siguen un orden madurativo que tiene que ver con las alteraciones que se han diagnosticado.
- Necesitan un control periódico cada tres o seis meses (el tiempo varía según cada caso) por dos motivos fundamentales:
o Si han hecho el efecto esperado, hay que cambiar de etapa y modificar el tratamiento, porque no tiene sentido repetir los mismos ejercicios cuando ya se han alcanzado los objetivos previstos.
o Y, si no han hecho ese efecto, es muy importante revisar el diagnóstico, comprobar si se están haciendo bien y cambiar todo lo que sea preciso. No tiene sentido aplicar seis, siete o doce meses un programa que no da signos de eficacia.
- Ninguna otra terapia sustituye este tratamiento. En todo caso, otras terapias pueden complementar o ayudar a resolver algunos problemas concomitantes o paralelos.
Los problemas de lateralidad, la dislexia, los trastornos de atención, la hiperactividad y las dificultades de aprendizaje, las malas posturas al escribir, la dificultad de coordinación mano-ojo y los problemas de equilibrio, o coordinación general muchas veces obedecen a causas múltiples y a muchos factores que requieren un tratamiento global, pero, en estos casos, hemos de ordenar las terapias por prioridades para no saturar al niño y seguir el mismo camino que recorrió para organizar la patología, desde las causas más primitivas a las más recientes.