¿Cómo podemos optimizar los tratamientos de neuroestimulación?

Lunes, 14 Agosto 2017 22:37

 

Lo primero que debemos considerar es que el cerebro construye su estructura, sus conexiones y funciones gracias a la interacción con el medio y a la plasticidad neuronal. Gracias a la activación de los sistemas sensorial y motriz, el cerebro pone en marcha el proceso de mielinización de las vías de conexión interneuronal.

Por lo tanto, cuando se prescribe un tratamiento de neuroestimulación  estamos trabajando con el Cerebro a través del cuerpo. No son simples movimientos sin más, sino movimientos muy concretos y complejos, fruto de una amplia investigación, que se dirigen a estimular funciones y conexiones también muy concretas, cuya eficacia ha sido ampliamente probada, sobre todo, cuando se tienen en cuenta los siguientes puntos:

- Los ejercicios son como los medicamentos, hay que aplicarlos con la máxima regularidad posible siguiendo fielmente las indicaciones de la prescripción que hemos hecho.

- Hay que aplicarlos siguiendo el gradiente de complejidad prescrito.

o Aprender a hacerlos bien.

 o Practicarlos siguiendo ritmos.

o Ejercitar y desarrollar la fase de automatización.

- Los ejercicios siguen un orden madurativo que tiene que ver con las alteraciones que se han diagnosticado.

- Necesitan un control periódico cada tres o seis meses  (el tiempo varía según cada caso) por dos motivos fundamentales:

o Si han hecho el efecto esperado, hay que cambiar de etapa y modificar el tratamiento, porque no tiene sentido repetir los mismos ejercicios cuando ya se han alcanzado los objetivos previstos.

 o Y, si no han hecho ese efecto, es muy importante revisar el diagnóstico, comprobar si se están haciendo bien y cambiar todo lo que sea preciso. No tiene sentido aplicar seis, siete o doce meses un programa que no da signos de eficacia.

 - Ninguna otra terapia sustituye este tratamiento. En todo caso, otras terapias pueden complementar o ayudar a resolver algunos problemas concomitantes o paralelos.

Los problemas de lateralidad, la dislexia, los trastornos de atención, la hiperactividad y las dificultades de aprendizaje, las malas posturas al escribir, la dificultad de coordinación mano-ojo y los problemas de equilibrio, o coordinación general muchas veces obedecen a causas múltiples y a muchos factores que requieren un tratamiento global, pero, en estos casos, hemos de ordenar las terapias por prioridades para no saturar al niño y seguir el mismo camino que recorrió para organizar la patología, desde las causas más primitivas a las más recientes.

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