TERAPIA DE INTEGRACION DE REFLEJOS PRIMITIVOS

Jueves, 31 Agosto 2017 17:02

El movimiento en los recién nacidos se basa en reflejos primitivos. Éstos consisten en una serie de movimientos automáticos y estereotipados dirigidos desde el tronco del encéfalo (situado inmediatamente por arriba de la médula espinal) y sin implicación del córtex cerebral, por lo que son totalmente involuntarios.

Estos reflejos son esenciales para la supervivencia del bebé en sus primeras semanas de vida. Algunos de ellos se originan ya en la vida intrauterina, permitiendo que el feto se desarrolle de forma adecuada. Posteriormente ayudan en el nacimiento, favoreciendo el paso a través del canal del parto. Cuando el bebé ya ha nacido, ayudan a la adaptación al nuevo entorno, por ejemplo el reflejo de succión es necesario para la alimentación, ya sea con pecho ó con biberón, ó el reflejo tónico laberíntico, que ayuda al bebé a controlar su cuello y cabeza, y así podríamos seguir con todos ellos, ya que cada uno cumple una función concreta e importante para la vida. Su ausencia indica algún problema neurológico ó funcional en el niño.

Conforme el bebé va desarrollándose repite una y otra vez estos patrones de movimiento, lo que propicia que vayan desapareciendo espontáneamente, ó como más habitualmente se denomina, que se inhiban. Esto permite que las conexiones corporales hacia centros superiores en el cerebro se fortalezcan y gradualmente vayan sustituyendo a las funciones de los reflejos primitivos. Los patrones tempranos de supervivencia desaparecen y en su lugar aparecen patrones de respuesta más maduros llamados reflejos posturales.

Los reflejos posturales son la base para el control del equilibrio, la postura y el movimiento en un entorno basado en la gravedad, son de por vida y están controlados desde una zona cerebral situada bajo el sistema límbico, llamada ganglios basales. El desarrollo de los reflejos posturales se observa en la creciente habilidad del bebé para controlar su cuerpo, su postura y sus movimientos.

Cuando en el feto los reflejos primitivos intrauterinos no se han desarrollado correctamente por alguna circunstancia, y no han podido madurar de forma normal, cuando nazca tendrá más dificultades para inhibirlos a su debido tiempo que un recién nacido cuyos reflejos están maduros. Esto ocurre especialmente en los bebés prematuros, aquellos que no se han podido mover de forma adecuada en el útero materno y en algunos bebés nacidos por cesárea.

En el prematuro los reflejos no se han desarrollado completamente al nacimiento, y la incubadora no proporciona los estímulos táctiles, vestibulares ó propioceptivos que le da estar en el útero, de ahí la importancia en estos casos de que la madre lleve consigo al bebé en su pecho para proporcionarle un estímulo similar al del útero lo cual propiciará la maduración de reflejos, mejorará el tono muscular y ayudará a conectar diferentes niveles cerebrales.

Por otro lado, el parto es un proceso en el que se activan y maduran varios reflejos primitivos, de ahí que los bebés nacidos por cesárea tengan más riesgo de mantenerlos por más tiempo, ó en el peor de los casos que alguno de ellos no llegue a aparecer.

Para favorecer la correcta maduración e inhibición de reflejos primitivos el niño debe por sí mismo ir pasando desde la posición de tumbado, ser capaz de voltearse, pasar al reptado, al gateo y finalmente a la posición bípeda. El pasar por cada etapa llevará meses, y no debemos intentar acelerar el proceso, por ejemplo cogiéndole de las manos para que se ponga de pie, ó colocándole en un andador. Los padres, siempre en su deseo de ayudar a los hijos a desarrollarse, nos guiamos por el instinto ó por las experiencias de la infancia, pero en algunos casos es mejor  no repetir errores que quizá cometió nuestra familia, intentando por supuesto hacernos bien. A veces también se deja que el niño pase demasiado  tiempo en cucos, cestitas, hamaquitas, sillas de coche, incluso antes de ser capaces de sentarse,  cuando lo cierto es que resultan nefastos para el bebé, ya que limitan su movimiento. Si un bebé no puede adoptar la posición de sentado por sí mismo es mejor que esté tumbado, se le debe permitir tumbarse sobre el estómago para fortalecer los músculos del cuello, y debe ser animado a moverse libremente por una superficie amplia, limpia y sin peligro, para que gradualmente desarrolle los patrones de movimiento (volteo, reptado, gateo, etc.) y además y muy importante, que su sistema visual comience a afinar los procesos de enfoque y acomodación, que le valdrán para tener una buena visión cuando sea adulto, y no desarrollar por ejemplo  una miopía funcional por pasarse muchas horas tras un ordenador.

Exceptuando los momentos de sueño y alimentación, los bebés deben jugar y moverse lo más posible en libertad, explorando su entorno, evitando las obstrucciones anteriormente descritas y también otros obstáculos al movimiento como pueden ser los parques de bebés. De no hacerlo así, estaremos bloqueando la inhibición de reflejos y retrasaremos el desarrollo motor y por consiguiente la maduración cerebral.

Algunos niños fracasan en la conquista de este control durante el primer año de vida y continúan creciendo en una  “tierra sin dueño”, donde se pueden observar vestigios de reflejos primitivos y donde los reflejos posturales no se han desarrollado completamente. Estos niños siguen experimentando dificultades en el control del movimiento que afecta a la coordinación, al equilibrio, las habilidades de motricidad fina, el desarrollo motor y a aspectos asociados con el aprendizaje como la lectura, la escritura y la educación física. Estos niños se pueden beneficiar ampliamente de la terapia de integración de reflejos primitivos, que permitirá a su sistema motor y cerebral trabajar coordinados.

 

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